Vié a Jué (7)

Vié a Jué (7)

Con la venia: Salud tengáis, y feliz fin de Fiestas.

 

V.
En la bellísima verdulería, la pareja mercó unas cebollitas tiernas que de nácar parecían. Yo encontré un pepino holandés gemelo del botalón del Victory. En la caja nos reconocimos, y empezamos la palabrada.
Ellos han visto un mural de mi autoría. El tema de la obra es el abrazazo que se dan los amantes en el mirador, mientras allá abajo, el estuario dibuja una sonrisa de agua en la cara de la Ciudad Vieja.
La pareja sabe del arrebato que se dan dos pieles encontradas a tiempo. Han estado allá, tienen esa certeza, y quieren un mapa dello. Algo que los refleje, y no permita olvidar su camino de vuelta a la alegría.
Para que les cartografie la ocasión me plantean un espacio íntimo, sobrio, casi despojado. Solamente ellos, arena, mar y cielo compondrán el territorio.
Acepto el encargo, porque al tiempo que los escuchaba empecé a ver como he de hacerlo. No suele ocurrir esto, y es gran fortuna.

S.
La atención a la Cente, el cuidado del taller, y algún follón imprevisto, me tendrán apartado de las Fiestas, pero debo patear la ciudad por cumplir los mandaos, mal que me pese.
Cruzando aceras, me da de pronto un porhaí, y enfilo una calle corta, estrechada por terrazas repletas de variopinta fauna. Me abronca una voz, que usa la antigua broma.
– ¡Tú, chacal del desierto, tira p’acá! –
– ¡Úñú tío, tiempo sin verte! –
– Tenías pelo la última vez que te ví, hermano…-
– …y a tí no te colgaba la andorga, si es por recordar…-
– … llegas a tiempo, siéntate y toma algo con nosotros, que tenemos de todito.-
El todito son birras a la mano y, sobre la mesa preparadas, como ocho rayas de media cuarta y en 3D. Vamos, que hacen sombra las rayitas, porque el sol aún pega en la calle y las destaca.
No me chana un pijo el panorama. No tengo edad para ejercer de viejales farlopero sabatino, desos que se publican para ser LosMás de la fiesta. Y no quiero enmarranar mi tracto nasofaríngeo, que ya me fui dello hace seis vidas.
Tengo que borrarme desta página tal que ahorita, cum celériter. Así que compongo gesto de sorpresa y finjo enfado:
– ¡Pero quillo, esto es un delito! –
– Así mismito.-
-… de atestaos e informes, es esto. Me parece que voy a presentarla, la denuncia, porque me toca mucho y muy de cerca.-
Se amostaza la concurrencia. El colega anda descolocao y me interpela:
– ¿Qué te pasa, tío? ¿Nunca has visto una raya? ¿ No te has esnifao nada tú, nunca? –
– Como rodo el que respira, hermanico. Pero no es por ahí. El drogueteo me importa un pijo, pero las rayas…eso es otro cantar.-
– ¿Qué ladras, tío?-
– Que el delineante aquí soy yo. No como ustedes.-
– ¿Y…?-
– Que os puedo denunciar por intrusismo. Estáis usurpando las funciones de un profesional, yo mismo sin ir más lejos, que estoy titulado en tirar líneas porque gasté mi juventú estudiando con regla, compás, y cartabón,-
– ¡¡¿Si serás cabrón?!!-
– Además, están torcidas todas, que da vergüenza verlas. No estáis federaos en dibujo lineal, es evidente…-
Con risas resolvemos y, sin más propios, pretexto prisas, saludo a todos, piro al queo, y me tomo una birra en bar lejano.

D.
Suave día el de hoy en sol y pieles. Y nada más diré.

L.
En el bar del Zulú hay güeyes, sudacas, bacanos, verracos, sifrinos, venecos, panas, rúas, taínos…un chingo de gentes, celebrando el cumpleaños de una célebre amiga antioqueña. Entro, saludo, saludan, entrego mi regalo, recibo dos besicos, y me incorporo al corro. Se birrea y se platica sobre los motes, esos que nos damos los humanos entre grupos nacionales, vecinos o no.
Ellos, los Ultramarinos, se despellejan a palabrazos y risotadas por más tenerse conocidos. A su tiempo, es mi turno de recibir y, naturalmente, se me llama españolete, luego pañolete, y dos birras más tarde, cuando ya hay confianza, paño a secas.
Riendo respondo a las estocadas, y uno a uno los apostrofo con lo de patacón, desertor de la pampa, huinca toldero, abigeo de ñanduces, fugitivo de la Puna, chupasagüaros, mamagüevo, negro jediondo…Meaditos de la risa acabaremos.
En estas anda la reunión, cuando un Talibanito Culolimpio suelta, desde una esquina, varias pullas. Dice repugnarle un lenguaje tan racista, asegura que acabaremos en el fascismo más cabrón, que así empezaron los nazis, que no se puede consentir esta falta de empatía, que…
…que se va a poner la cosa de color de burro al trote. Como los Ultramares son educados y no buscan pleitos, mal mi grado, intervengo para templar un poco:
– Disculpa hombre, pero estamos de risas, y no nos hemos faltado entre nosotros. Yo tengo la ropa en el Grao, a mucha honra, y soy un paño, como has oído. Todo es cuestión de tono, y con ello, la misma palabra te insulta o te abraza.-
– Pero…-
– Pero nada, hombre. Si no te metes en conversa ajena no te ofenderás, ni darás la brasa ¿Estamos? Además, aquí nadie quiere cenar medios huevecitos.-
La cumpleañera y dos venecos con los que tengo colegueo, se guiñan y proponen otra ronda. Zulú la sirve, exceptuando claramente al Fiel Defensor de las Buenas Prácticas. Todos los demás brindamos, y desafinamos lo de cumpleaños feliz tócame la nariz. Risas, y muchas.
Se retoma la buena temperatura. Platicamos sobre como acabó el Super Tazón, la mala barra de San Francisco, el tobillo de Pat Mahomes…en suma, del futból querido, que no del soccer.
Cuando ya se comenta el Jálftaim Chóu, notamos que el Talibanito impertinente falta hace rato. La jugada para privar de gorra, por aquello de que el grupo pague para congraciarse con el Guardián de la Llama Sagrada, le ha salido como el culo.
No hay que achantarse con estos Pieles Finas, que te descuidas y acaban cobrándote un certificado de buena conducta que nadie les pidió. Moraleja; las fiestas son más fiesta sin líderes sociales. Amén.

M.
Cuando tenga datos firmes, y no comprometa bienestares, tengo que hablaros de La Eslava Solitaria. Algo me dice que hay un algo ahí.

X.
Huele raro. A fresco, o limpio, o no, o lo que sea, o tal vez no es eso. El caso es que el naso no me lo define. Pero seguro que este olor no es normal aquí. De todas todas.
Pruebo a oler con los ojos, y me caigo del guindo. Las puertas todas están abiertas. Los puestos todos cerrados. Sólo hay a la vista mármol, acero, alguna caja de porespán y, colgados de los rótulos unos cuantos delantales. Ondeantes ellos, que circula una jodía de corriente de aire.
Era eso. Que los vendedores están de vacaciones, y las ancianas mercancías en sus tumbas frigoríficas, esperando al guante de goma que sabe avivarlas cuando lo exige el guión. Pero el caso es que hoy no apesta el recinto.
Por primera vez en trimestres, el Mercado del Pescado no atufa ni a escama vieja, ni a polvos conservantes. Esta ocasión pide un Moriles bien tasao, y se donde lo sirven. Voy a ello.

J.
El domingo próximo tengo una despedida absoluta. Para afirmar la tapa del ataúd, llevaré como clavos unos tapabocas a base de pamboli. Será el forro de ajorriero. Los herrajes de tápenas serán. La manzanilla Papirusa servirá de barniz para la caja. Tó bonitó.
Lo de las flores vamos a cambiarlo, que no me veo portando coronas, que no se las llevo ni a las suegras. Además no quedan, de suegras digo. Pondremos frutos para el evento; Naranjitas de la China, en cobertura de Michel Cluizel 99, con unas gotas de Plantation 1998 Granada Rum.
A Dionisos Orgiástico, al Febril Longividente, me encomiendo en este trance. Amén.

B.S.R.

Mirad de encontrar, en el Yutús, al Óscar de León y amigos, celebrando el cumpleaños de Pacheco, y cantando Quítatetú paá ponéermeyó.

Manolodíaz.