Lo prometido es deuda

Lo prometido es deuda

Así que, con la venia: toca cumplir.

 

Y me pongo al tecleo en este portátil nuevecico, limpito y obediente, para darles un repaso a los sucedidos de las semanas pasadas.

Pero aunque creo recordar que ocurrieron algunos Algos, me encuentro con problemas para valorar el pasado reciente.

Vamos, que no tengo muy claro que carajo pasó, y si hace un mes o un año de todo ello.

Me parece que varios lunes seguidos hubo noticias que se quisieron tremebundííísmas, pero estamos acá aún, luego las trompetas del Apocalipsis no tocaron a generala.

Por los restos de periódicos recientemente atrasados, colijo que hace poco sucedió un Algo que en mi infancia cartagenera-cuando Aníbal tomo la comunión, o por ahí- era tan común que le solo se le decía el Corte. Sin más.

Ahora es raro que ocurra y para nombrarlo se usa Apagón.

Lo que es más exacto, ya que en quitándonos la electricidad se nos apagan los aparatos, y las pocas luces que aún tenemos, por lo que nos ponemos a gastar fortunas en papel higiénico. Como si su posesión devolviera el fluido a nuestros enchufes.

Aunque, tal vez solo lo hagamos para que el Cague Consuetudinario nos encuentre repartiendo cacas alícuotas por nuestras nalgas.

También atisbo algo sobre trenes parados, como en los 50’s. Entonces muchos parones destos había, además de bárbaros retrasos, humos, carbonilla, revisores/picadores con aroma de ajoarriero, y un largo etcétera.

Lo más pior para mí fue la tercerola maldita, con aquellos asientos de barras de madera que, entre las corvas y el culo te grababan un pentagrama en bajorrelieve, por corto que fuera el trayecto.

Lo más así de bien fue el cumplimiento de la Fácil Profecía –en su día motivo de columnata– a propósito del Vaticano. Pero como ya dije: era fácil.

Llegado el momento, al difunto Bergoglio se le entierra con feroz publicidad entre ritos y boatos, y entre ritos, boatos, fumatas y secretos, adviene el siguiente pontífice.

Segundo de los americanos. Chámirachá.
Al que por cierto no le falta ni un rizo para los tiempos que corren.

Empezando porque lleva apellidos europeos, con ascendencia de Nueva Orleans y Cuba, pero nació gringo en Chicago.

Ítem más, fue o es: Prior Mayor de los agustinos, matemático, pastor de obispos, y selector dellos para el cardenalato, diplomático, misionero, y yóquéséquémás.

Hasta le gusta el béisbol. Supongo que, por coherencia, será fan de los Saints de Saint Paul (Minnesota).

Pero, a los que hemos visto media docena de ocasiones destas, nada nos extraña.

Estaba descontao que La Sancta Romana Ecclesia, con dosmil añitos de éxitos en estos asuntos, lo volvería a hacer todo según sus normas. Ninguna sorpresa.

Por lo demás, como os dije, este pasado reciente en días ya es brumoso en recuerdos, y se me queda lejos a toda prisa.

Del presente apenas me entero cuando me roza el diario vociferio pollítico, o la tragicomedia de un Concurso Cancionero que perdió la Melodía porque nos tienen envidia, no sé quienes ni cuantos.

Parece ser que este es hoy el horizonte noticioso que debería emocionarme, pero sea por las lagunas de la dipsomanía, o por el hartazgo de vivir en una disneyana Catastrofilandia, la verdad es que no me exalto mucho.

Además, he descubierto entre mis tesoritos un manual para pintar espejos publicitarios editado en 1946, y llega el verano.

A releer el librico, disfrutar de la calor y pergeñar columnatas he decidido dedicarme estos próximos meses.

Amén.

B.S.R.
Los Four Tops tienen algo bueno para hoy: The Same Old Melody.

Manolodíaz.